Sobre Handel, Haydn afirmaba que era en verdad el maestro de todos. Mozart se maravillaba por sus fugas y Beethoven terminó diciendo que era el más grande compositor que jamás haya existido.
Sin embargo, más allá de su fase divina, era humano…, quizá demasiado humano. Ello lo llevó a caer en manos del gran Federico Nietzsche en «un lugar» más allá del tiempo y del espacio.
Será en la Tierra y entre nosotros donde encontrará su trascendencia con un profundo sentido espiritual.